miércoles, 16 de octubre de 2013

La marcha del dinero DIGO orgullo.

El tema del día de hoy es (no podría ser de otra manera) uno que me resulta muy familiar: La marcha del orgullo gay de la Ciudad de México.

El escándalo de cada año, siempre, es el comité organizador. No entraré en detalle, pero de manera breve expondré los que me parecen son siempre los reclamos. Después hablaré sobre lo que creo podría ser la materia del litigio, y por último propondré una salida al entuerto.

El conflicto sobre la organización de la marcha se ha vuelto algo de todos los años: la marcha estuvo pésimamente organizada, que fue vendida a ciertos grupos políticos, que primó el interés de cierto actor político o económico... bueno, un año alguien se deslindó del deslinde que se hizo del comité organizador porque había no recuerdo qué conflicto en medio. Toda una telenovela. Los protagonistas son por lo regular activistas, empresarios, candidatos y gente relacionada a los partidos políticos.

Este año, dentro de las cosas que parecen preocupar más son la legitimidad del comité, la relación del comité con el Gobierno del Distrito Federal, cómo se gasta y recauda el dinero para el evento, y por último, el asunto de logística y seguridad (si es que no son lo mismo). No me interesa hablar de actores con nombre y apellido porque eso no es sustancial, lo que me importa es la regularidad de «los problemas con el comité». Muy sencillo sería señalar a Fulanito de Tal como el culpable de todos los males, pero no voy por ahí.

Varios me preguntaron si asistí a la marcha del orgullo de este año (2013). Mi respuesta fue algo así como: «No fui porque sabía que iba a ser un caos». Yo he ido a la marcha desde muy joven, mi primera marcha fue el 2005: me impresionó la gente caminando por Madero -aún no peatonal-, gritando consignas (en aquel tiempo me parecieron la cosa más ingeniosa del mundo), la música de fondo... era una fiesta aquello. Era una fiesta con muchas consignas políticas, pero fiesta.

Dije que sería un caos porque me da la impresión que, desde mi primera marcha hasta la última que asistí (2011), el evento ha perdido «calidad». Desde el flujo de los contingentes, la variedad en el evento artístico o el control de la bebidas alcohólicas. Digo, la gente siempre ha tomado en la marcha, no lo dudo, pero el 2011 recuerdo que en el primer tramo íbamos caminando sobre cristales de botellas de cerveza -una alfombra literal.

Pero mis impresiones poco importan. El centro del litigio es el comité, de hecho, en el momento que escribo esto existen 241 firmas en una petición al jefe de gobierno Miguel Mancera para que aclare los abusos cometidos por la fuerzas públicas ese día, pero también para que aclare su relación con el dichoso comité; además de las firmas, también hay desde publicaciones en facebook hasta artículos de opinión (por ejemplo, el de [el guapo] Alejandro Juárez Zepeda [guiño, guiño] que se puede leer aquí).

¿Por qué es tan problemático el comité? ¿De verdad son los hacedores de la agenda sobre los temas LGBT? ¿Se reparten los miles de millones de pesos? ¿La influencia política es tanta como para designar candidatos a puestos de elección popular? Sin tener la certeza sobre la respuesta, puedo adelantar que es muy probable que no a todo. Si bien es cierto que corre dinero, según los reportes que vimos es muy poco y las remuneraciones han de ser igual de modestas; en términos políticos, es realmente difícil imaginar que de un solo acto -por muy multitudinario que sea- es el único requisito para construir una candidatura; y en lo que respecta a la configuración de la agenda la verdad es que poco o nada hace la marcha en términos de colocar temas realmente específicos y darles seguimiento.

Si la lucha no es por cuantiosos recursos (políticos y/o económicos), un gran botín, entonces por qué se amargan tanto la vida. Hay dos explicaciones muy socorridas: la del protagonismo y la de la ideología. La del protagonismo es muy sencilla: se trata de actores (y actrices) que buscan ser el centro de atención, para ello se valen desde ser «bonitas», «las primeras en México que...», hasta «las herederas de...»; el chiste es que se sienten con el derecho de ocupar el rol protagónico a donde quiera que llegan, el comité organizador de la marcha incluido. No hace falta darse cuenta que esto es muy subjetivo ¿O mejor dicho endeble? Es decir, si bien gays y lesbianas tenemos nuestros asuntos pendientes de manera individual dudo que todas y todos estemos siempre buscando ser el centro de atención (o peor aún creernos merecedores del liderazgo porque sí).

La última opción parece ser un asunto ideológico. En esta hipótesis no hay necesariamente dos alas (izquierda y derecha), aunque entre unas y otros se acusen de ser de derecha (siempre como denostación) o se ufanan de ser de izquierda (como si eso fuera bueno en sí). Sabemos que entre activistas gays hay una variedad de posiciones infinitas, y vamos, aquí hay tantas combinaciones... depende el tema, pero todos recuerdan la pancarta «Muerte a los teóricos queer por neoliberales. Atte. Lesbianas socialistas», o mejor aún los chicos por «la revolución proletaria [y sexual?]», no olvidemos a nuestras lesbianas zapatistas, anarquistas, idependencitas, nacionalistas, procampistas y posmodernas. De verdad, si alguien puede comprenderlo y ordenarlo, por favor que me diga cómo.

¿Es entonces una lucha de un grupo sobre otro? ¿Es el nacionalismo revolucionario auténticamente mexicano versus el neoliberalismo agringado? No (necesariamente). Incluso en el ejemplo forzado de sólo dos grupos de ideas antagónicos, la marcha no tiene un discurso que es seguido por sus asistentes. La marcha la hacen los miles que asisten a ella; ésta no es patrimonio de ninguna persona u organización en tanto que son los individuos los verdaderos protagonistas.

Al final de la marcha, en el Zócalo, alguien leerá un documento de doce cuartillas popularmente conocido como «posicionamiento político», cierto, pero eso no significa que las miles de almas ahí congregadas se van alinear a ese discurso, o en su defecto, que los medios llevan ese mensaje con puntualidad. La marcha será hecha por derechosos o izquierdosos, pero poco importará al final su ideología frente al tamaño de la manifestación.

Esto puede parecer un sinsentido ¿Qué se disputa entonces en el comité organizador de la marcha? ¿Se disputa realmente algo en la organización de la marcha? Cada sujeto, en lo particular, tiene objetivos a corto y mediano plazo en intervenir en la organización de la marcha, pero no serán los mismos para todos; así, unos lo harán por razones bien personales, otros por el mucho o poco dinero, algunos como parte de una estrategia política, en fin... Pero si todos están compitiendo por cosas diferentes ¿Por qué se hace un entuerto tan grande? Sin más preámbulos: es un problema organizativo. Un poco de historia nos vendría excelente.

El famoso COMAC organizó la marcha más feliz de mi vida, la de 2005. De hecho organizó alrededor de cinco marchas de las XXV a la XXX (2004-2008) [Cualquier puntualización con las fechas será bien recibida]. La XXXI fue organizada por Red31, este cambió se debió a las críticas (que ya se oían desde la XXIV) de que la marcha estaba secuestrada por un empresario... no por los empresarios, sino por uno solo.

Desde Red31, pasando por RedOrgullo, hasta llegar al Comité Histórico legítimo de este año el argüende ha ido escalando. No recuerdo haber leído tantas críticas al comité como ahora, o sin irnos muy lejos, el año pasado hubo dos marchas.

Las materias de las disputas son múltiples, pero el dilema organizativo es uno solo: el dinero. El dinero es necesario para sacar adelante cualquier evento desde un bautizo hasta la celebración del bicentenario de la independencia.

¿Nos causa mucha desconfianza que el gobierno del DF intervenga tanto el marcha? Pues sustituimos los recursos públicos por privados. Más de uno ha de estar interesado en hacerse propaganda ese día, ya no digamos por lo selecto del "mercado rosa" sino por los cientos de miles de asistentes ¿Desconfiamos del comité? Nada lo hará más transparente que un grupo de personas que invirtió un cantidad importante de dinero en ella.

Seguir en el discurso de la marcha heredera de los movimientos sociales (y estudiantiles) del los sesentas y setentas es cerrar los ojos frente  a marcha «de a devis» (conste que tiene más que ver con estas marchas que con Stonewall). Entiendo que los liderazgos pioneros sientan que es una perversión del movimiento el que la marcha quede involucrada con los intereses de los negocios, pero creo que es más preocupante la intervención gubernamental. (El absurdo fue el comité cumpliendo la labor de gobierno persiguiendo a quienes hacían vendímia).

La pregunta se vuelve entonces ¿Quién debe dirigir la marcha? La mezcla de dos intereses que no son necesariamente antagónicos: los empresarios y los activistas. La clave para conciliar es reconocer el interés particular: proyección de los negocios, unos, y de las luchas LGBT, los otros. Unos necesitan la experiencia y la política, los otros el dinero.

El ingrediente que pienso dificulta la concreción de una fórmula tan sencilla es la canasta de posiciones que tenemos producto sobre todo (supongo) de tantos movimientos sociales mexicanos que se concatenan con el LGBT. No todos los intereses de los negocios pueden (ni deberían) salir adelante, pero como obvio paralelo a esta situación no todas las «agendas» activistas pueden salir adelante. (Además que habría que pensar si vale la pena que todos los intereses de todos los activistas estén dentro la marcha). Es necesaria la participación abierta y franca de los empresarios, incluso aunque el costo sea dejar  afuera ciertas voces.

Tenemos lo peor de dos mundos: una marcha mal organizada y un comité muy vilipendiado. Si al menos hubiera una de las dos cosas podríamos decir que tenemos suerte. Por un lado hay un evento desorganizado, por el otro paquetes completos de activistas que se desgastan de sobremanera para que pueda haber una marcha.

Sé que no se trata de decir que "alguien" debería hacer algo, por eso he intentado esbozar cuáles son los problemas que se tienen que solucionar para tener una marcha donde los asistentes quedemos contentos y que realmente logré sacar adelante los proyectos por los que tanto trabajan nuestros activistas: «Es el mugroso dinero» diría Alán Arías.

De no existir un cambio pronto seguiremos con marchas medianas, políticamente mal planteadas y poco significativas. Eso sí, con o sin comité, la marcha ha de seguir, porque antes que una manifestación, es algo que va mucho más allá de la definición clásica de política. No es una protesta exclusivamente política, es mucho más. Para discutir más sobre ese "mucho más" de la marcha se puede leer: http://frankapolari.blogspot.mx/2013/08/entrevista-sobre-la-marcha-2013.html

Tona