Creo que no hay mejor título posible para una revista que «Esta boca es mía». Un bonche de ejemplares de dicha revista llegó a mis manos como regalo de un excelente amigo. No pretenderé contar de qué trata la revista, sólo diré el nombre de la Directora General: Lydia Cacho.
El título es sugerente en muchos sentidos, pero como yo he querido leerlo es de la forma convencional: «Hago uso de la palabra, pareciera que tengo que clamar por ello, así que grito: "esta boca es mía" para decirle al mundo que aunque pretenda no escucharme aquí estoy».
Es un grito para reivindicar mi derecho a hablar, es un grito de las minorías, de los marginados, de los excluidos. Nadie con pleno goce del uso de la palabra necesita decir que «esa boca es suya», nadie que está adentro (lo que sea que eso signifique) necesita avisar (¿Pedir permiso tal vez?) para entrar.
«Esta boca (no tan) sexy es mía» tiene como objetivo más que pedir el uso de la palabra, ejercerla. Este blog, entonces, no es revolucionario, no es inspiracional (aunque inevitablemente lo terminará siendo) y tampoco personalísimo. Es -en el mejor de los casos- un ejercicio de opinión, no necesariamente de diálogo, pero sobre todo de reflexión. No hay nada nuevo bajo el sol y tampoco este espacio es el de disquisiciones exquisitas: Ni novedad, ni sofisticación; simple y llana exposición de ideas.
No se trata de falsa humildad, mucho menos de pedir disculpas por algo que va a pasar en el futuro, es más bien realismo. Las únicas garantías aquí serán un esfuerzo sistemático por comprender y la responsabilidad por lo dichos hechos. Puede no ser suficiente, pero creo que sí lo necesario.
Así pues
esta primera entrada que sea una invitación, claro está, pero también
una suerte de guía de lectura de lo que aquí se (y no se) escribe.
Tona.
PS. Lo único que resta explicar es la parte de sexy. No se trata en realidad sobre mi boca; lo de «sexy» es simplemente resultado de mi espíritu jocoso.